5 de mayo de 2011

De cómo una cámara es una mala inversión y un buen objetivo te cambia la vida


Efectivamente, siempre se ha dicho que una cámara de fotografía, y hablo en este caso de una cámara réflex, es una mala inversión.
¿Cómo?  Seguro que os estáis llevando las manos a la cabeza. Si me acabo de comprar el último modelo de cámara y me ha costado... Si hacemos el cambio a cervezas, estarías tomándote una cerveza diaria durante aproximadamente 4 años, 10 mese, 9 días y unas cuantas horas, más o menos. 
Sí, las cámaras están pensadas para tener una vida útil, con un número predeterminado de disparos, a ver, no penséis que se os va a autodestruir en las manos, explotará o algo parecido, simplemente es que su vida en optimas condiciones esta prefijada. ¡Socorro no voy a poder hacer más fotos dentro de tropecientos años en caso de una amater o 7 en caso de una profesional!. Ni mucho menos, simplemente que quizás no estará tan fina.
Hasta ahí todo bien, pero lo malo es que aparezca algo fuera de los normal y se cargue esa estadística teniendo que llamar al servicio técnico de la  marca en cuestión, a la vez que rezas a Dios para que esté aún en garantía, a causa de un pixel muerto en el sensor o algo parecido.  Evidentemente a partir de ese momento empiezas a sumar días a los años que podrías estar tomándote cañas con los amigos, porque pase lo que pase con la garantía sabes que vas a pagar.
En mi caso aunque pague, volvería a comprar mi cámara hoy mismo, porque si una cámara es una mala inversión, un buen objetivo te cambia la vida, tanto que el día que mi padre me regalo su cámara, de carrete!!! Yo me compre mi primer objetivo y ese día, precisamente ese día, ya fui para siempre de Canon, no porque sea la mejor cámara, ya que algunos podrían decir lo contrario,  sino porque invertí en un buen objetivo y si me cambiara de marca tendría que volver a empezar desde el principio, invirtiendo en buenos objetivos que duren muchos años y que den buenos resultados en cuanto a nitidez, contraste y rendición de color.
Después de pasar algunos años y dedicarme profesionalmente a la imagen, sostengo más que nunca que no es la cámara, el modelo o la marca la que hace una buena fotografía sino el ojo de quien dispara, en el momento exacto, con la composición que busca y con el deseo de querer contar algo a quien después mire.
Se feliz y sigue practicando porque esto de la fotografía es un disfrute.