Su mirada ha conseguido elevar al retratado, al cuerpo fotografiado, al deseo e incluso a la ofensa, a una categoría de belleza sublime... más allá del propio objeto-sujeto fotografiado.
Ha sido su forma de entender la luz, de inundar las escenas, de bañar sus cuerpos... la que ha hecho de estas imágenes objetos atemporales. Sobre un fondo gris neutro sus rostros alcanzan un bosquejo psicológico que hace conversar con el espectador. La mirada, el gesto, el formato, es decir, el todo, unido a un envidiable control técnico ha llegado a convertirse un un lenguaje personal y completamente diferenciado, convirtiéndose así en un referente para los que fueron sus contemporáneos y los que queremos ser fotógrafos.
+ inf. Exposición CAC Málaga, hasta el 15 de noviembre. No debes dejar de verla.
