16 de abril de 2009

Por qué se me queman las tostadas?

Esa es mi eterna pregunta… pero la cosa no queda ahí porque cuando no se me quema, me las como fría. Estoy convencido, existe una conspiración contra mí. A mi mujer no le pasa. ¿A ti sí? ¿Es una putada, verdad?

Ella…. ella, se las come calentita, perfectas, aún humeantes, con su justa proporción de mantequilla o aceite, según le de ese día. En ocasione incluso lleva hasta tomatito, su poquito de jamón cocido… lo que se dice una tostada perfecta.

He llegado a pensar que la tostadora me odia, no lo entiendo. Si yo la trato con cariño, le limpio las miguita, le digo cositas …y cuando me quema la tostada…. cuando me quema la tostada…. yo me cago en su puta madre de tal manera que seguro que al vendedor le tiene que resonar en los oídos todas las mañanas, madre..madre…madre…

Al final la cuestión es que la culpa es mía. Falta de atención…; incapacidad para hacer una sola cosa; ansiedad desbordada por la cantidad de cosa que quiero hacer en un solo instante…; impaciencia o extrema paciencia. Será falta de riego, no, no …espero que eso no, aun soy demasiado joven. Tal vez será porque me olvido de mi mismo cuando me pongo a trabajar en cualquier cosa, sí, he dicho trabajar, que os creéis que los fotógrafos freelance e intento de artistas plásticos sólo nos dedicamos a mirar por un agujerito y a apretar el botoncito. Y las 150h de edición donde las dejas, eh, eh…

Bueno que me, que me, que me… Lo dicho, el próximo día que la tostador queme mi ideal de tostada, la reviento contra la pared enfrente de mi ventana, …lo que no se es como va a pasar por entre las rejas.

La reviento, hoy se lo he dejado claro.